Trabajo Social y el conflicto
Mónica Jiménez de Barros
INTRODUCCIÓN
El Trabajo Social por su naturaleza tecnológica, tiene una gran dependencia de las ciencias sociales que le ayudan a explicarse el comportamiento del hombre y de la sociedad y a definir los objetivos que inspiran su acción. En su práctica se observa la influencia de las ciencias sociales, las que en la medida de su evolución le dan mayor lucidez para comprender la realidad.
Esta influencia se hace sentir al analizar el tema del conflicto, materia que hoy nos preocupa y constituye el objetivo de este artículo. En él se analizará el conflicto, como un fenómeno social, a nivel personal, grupal y organizacional.
Se detectan tres formas de percibirlo y enfrentarlo, corresponde a las etapas que los teóricos sociales han distinguido en el estudio del tema.
En la primera forma que se denomina “tradicional”, el conflicto es visto como negativo, y se busca por lo tanto su eliminación. En esta perspectiva el conflicto es asociado con enojo, agresividad, lucha física y verbal, y violencia; en el fondo, sólo a sentimientos y conductas negativas. En la familia el niño es socializado de modo que rechace el conflicto como algo negativo: “no discutas delante de los niños” y “si me quisieras no te enojarías conmigo”, son expresiones de ésto. Se considera un signo de éxito el llevarse bien: “en mi casa todos nos levamos bien”, “en el trabajo no hay conflictos, todos nos entendemos”. Los trabajadores sociales que conocemos las dinámicas internas de las familias y de la organización sabemos que eso no es real, que existen múltiples problemas de comunicación, de interrelación, pero frecuentemente no nos atrevemos a reconocerlos como algo positivo, al ser formados en una sociología y una psicología que consideraba el conflicto como disfuncional y desintegrador, como una enfermedad que requería atención, estimándose de esta forma el conflicto como sinónimo de comportamiento descarriado.
Para Parson, uno de los estudiosos del tema, el conflicto es una enfermedad del cuerpo social, que en parte era eludible, en parte inevitable y endémico. Coser al analizar las funciones del conflicto social manifiesta que el interés mostrado por Parson en los últimos años con respecto a la salud mental, se explica, hasta cierto punto, por su interés en los mecanismos de control social que reducen el conflicto al mínimo. Lundberg, sociólogo, habla de “ajuste”, entendiendo por tal, la situación en la cual las actividades de un organismo llegan a permanecer en equilibrio siendo el equilibrio considerado como “normal” en cualquier situación social.
Las ciencias sociales tradicionalmente se inclinaban por estudiar cómo promover el equilibrio, el ajuste, la colaboración entre las partes tanto a nivel de la familia como del pequeño grupo, de la empresa y de la sociedad. No había interés por comprender los conflictos, su dinámica y su fuerza generadora de cambios. Se
percibía el conflicto sólo como un fenómeno destructor, sin valorarlo como un elemento necesario y positivo en las relaciones sociales. No es de extrañar,entonces, que nosotros, trabajadores sociales, formados en esta perspectiva teórica, tengamos dificultad en reconocer como positivos los conflictos que observamos en la sociedad.
http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/pela/pl-000040.pdf
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